Estaba en tercero medio y teníamos que leer «Los miserables» de Víctor Hugo. El día de la prueba el profe dictó cinco preguntas. «Qué hizo Llan-bal-llán…»; «Por qué Llan-bal-llán hizo tal» y por qué se llamaba así el libro (creo). Levanté la mano y le pregunté al profe «¿Cómo se deletrea Llan-bal-llán?». Me miró hastiado y me dijo tajante. «Usted no se leyó ni siquiera la parte de atrás del libro». Siendo el protagonista, básicamente le pregunté cómo se escribe Harry Potter o Jesucristo. Me quitó la prueba y se empezó a alejar. «¡Profe, espere!» le pedí. Se dio vuelta, le quité la prueba de las manos, le puse mi nombre y se la devolví.
Qué no daría por recuperar el coraje de tener 17 años.