Análisis hecho en Mgaíster en Políticas Públicas Universidad del Desarrollo

Alemania es la cuarta economía más poderosa del mundo y la quinta si se considera según paridad por poder adquisitivo (PPA). Este último dato varía si se considera el ránking del Fondo Monetario Internacional, que sitúa al país europeo en quinto lugar del ránking mundial, versus el Banco Mundial, que lo sitúa en sexto lugar, De todas maneras, encabeza los ránkings siendo la principal potencia europea y uno de los países más relevantes de la economía mundial. La calificación de la deuda, según Fitch se mantiene en AAA, la calificación más alta, manteniéndose estable desde 1994.
Alemania en los últimos 20 años ha vivido reformas económicas relevantes, producto de proyecciones para su economía con la Agenda 2010 y con reformas constitucionales que restringen el déficit a un 0,39% del PIB y a un 0,5% en casos de emergencia. Con estas medidas, para adaptarse a los nuevos estándares, Alemania vivió una crisis económica muy fuerte en 2003, empujado también por la crisis subprime. Con este set de medidas, la deuda pública bajó gradualmente, teniendo su peak en 2012 con un 80% del PIB, hasta llegar a un mínimo en 2019 con un 58%. Por motivos de pandemia y conflictos internacionales, volvió a subir encontrándose actualmente en un 66%. Considerando que por norma constitucional Alemania debe mantener un déficit muy marginal, en los últimos años ha tenido una variación de 5 puntos, siendo su nivel mayor en 2010 con un déficit de 4,38% del PIB y su nivel de ahorro más alto en 2018 con un 1,95% del PIB.
Hasta ahí, Alemania lideraba la economía mundial y se posicionaba como una de las economías más estables del mundo. ¿Pero por qué hasta ahí? Si bien, Alemania no ha caído gravemente en sus estándares, los efectos de la pandemia se sintieron a nivel global. Las restricciones a las movilidades, el corte en las cadenas de abastecimiento, las reducciones en la mano de obra, reduciendo así la producción.
A esto se suma que la crisis sanitaria obligó a mover fondos fiscales concentrados en salud, generando desequilibrios, que en primera instancia no se preveían, que no se sabían manejar y con lo que se debió improvisar. A saber. Cada país tiene sus crisis medianamente programadas y esperadas. Si en Chile se espera un terremoto, en Estados Unidos se esperará un huracán, en Alemania se esperarán crisis migratorias o conflictos bélicos internacionales. En estos casos, si bien, son sorpresivos y generan muchos daños, todos saben qué hacer y cómo reaccionar. Existen protocolos y medidas estandarizadas, como tiempos de respuestas y equipamientos apropiados para atender las crisis. Pero la pandemia fue un fenómeno no observado en el mundo desde 1917, por lo que los datos, las medidas y los protocolos, estaban obsoletos. Ya en 2019 se ven los primeros efectos de la pandemia, con una caída del ahorro a un 1,53% del PIB y en 2020 vuelven al déficit con un 4,33%, logrando controlarlo en 2021 con un 3,73%, pero la inflación sigue disparada. Esta crisis llegó incluso a arrastrar el índice de desarrollo humano. Si bien por una década se encontró en los primeros lugares, cayó a un 5° y con la pandemia a un 9° puesto. El PIB, si bien se resintió momentáneamente, de todas maneras continuó creciendo a pesar de la crisis mundial.
Sobrepuestos a la pandemia y logrando volver a la “normalidad”, viene el conflicto de Rusia, país que a falta de apoyo por parte de los países europeos, cortó la cadena de suministro energético con combustibles fósiles con petróleo y gas. Esto tiene sus pros y contras. En primer lugar, el conflicto, generó una desestabilización en ciertos productos, hubo un corte de suministros y generó inestabilidad en el continente europeo, aumentando la inflación, que en mayo del 2023 fue del 6,1% y la inflación acumulada alcanza un 2,9%. Por otra parte, este conflicto obligó a países como Alemania a cuestionarse su dependencia con Rusia y sus fuentes energéticas, motivando el desarrollo y ampliación hacia energías renovables no convencionales.
De todas maneras, el Gobierno anunció que para el año 2024, se recortará la deuda en un 50%, medida anunciada esta semana por el ministro de Hacienda Christian Linder. Así en 2024 la deuda debiera llegar a los 16.600 millones de euros y en 2027 alcanzar los 15 mil millones. Esto lo lograrían con recortes en defensa y beneficios sociales (entre otros). Alemania, como estado benefactor, otorga todo tipo de beneficios a las personas, descontándoles entre un 20 y un 40% de sus salarios en impuestos, según el ingreso salarial. Estas medidas no han sido aceptadas socialmente. Estos recortes, evidentemente afectarán principalmente a las mujeres jóvenes trabajadoras, ya que al reducir los beneficios, se hacen recortes en los planes de maternidad y en los permisos paternales, afectando directamente el apoyo que reciben estas mujeres y desincentivando la natalidad, que en Alemania ya es muy baja, siendo séptimo país con el grupo poblacional mayor de 64 años más alto y noveno en la tasa de natalidad más baja, es decir, un país que envejece.
Considerando lo anterior, usando los datos 2022, si se expresa con las fórmulas de equilibrio macroeconómico, y expresado como una expresión algebraica, la macroeconomía alemana se ve así:
Usando la fórmula y añadiendo los datos entregados, la demanda agregada, es un 144% del PIB. Eso se ve directamente en el aumento de precios y en las medidas contractivas que se están tomando a partir de este año para restablecer el equilibrio.
Variables Macroeconómicas
En el corto plazo, los impactos sorpresivos siempre afectan a la certidumbre, a la confianza y a la inversión inmediata. Ante cualquier duda, las empresas de inmediato dejan de invertir. La pandemia fue el primer impacto sorpresivo, pero que obligó a aumentar el gasto fiscal y aumentar el déficit. Cuando el país comenzaba a estabilizarse y el grueso de la población ya tenía al menos una vacuna puesta, las medidas restrictivas comenzaron a ser eliminadas. Con esta nueva “libertad”, se empezó a recuperar la producción, pero luego vino el segundo impacto sorpresivo, que fue la invasión de Rusia a Ucrania y con ello, el corte de suministros.
Si bien el consumo en Alemania es alto, mayor a los niveles en Latinoamérica, se redujo bastante, entre otros, por la alta inflación que dejó la guerra y la pandemia. Por estos mismos motivos, también la producción se vio afectada, moviéndose de P1 a P2. Pero el salario no se ajustó a esta alza. La inflación llegó a aumentar un 14% y el salario mínimo, solo se reajustó un 8%. La proporción entre gasto del grupo familiar acorde al salario disponible, representado en la línea ZZ, entonces cae de ZZ1 a ZZ2. Con esto la función de consumo mueve su equilibrio de un punto A a un punto B. La zona en que la demanda es mayor a la producción, también cae, viéndose en el gráfico de la zona amarilla a la zona naranja.
La tasa de interés, si se mantenía en 0 desde 2016, a partir de 2022 subió a un 4%. Esto genera un impacto importante en la economía alemana como se muestra en la figura 2A. Esto también afectó al consumo, reduciendo la demanda de bienes, independiente del nivel de producción. Con esto también arrastró a la inversión. Esto genera un efecto multiplicador, ya que al no haber tanta inversión, se contrae la producción y se vuelve a contraer el consumo.
Entonces, al considerar esto, al subir el tipo de interés, el equilibrio en la curva IS sube desde el punto A al punto A’ como se muestra en la figura 2B.
Por último, con todos los acontecimientos internacionales. Alemania se vio fuertemente impactada. Con esto, el gobierno optó por una política contractiva fuerte, para volver al punto de equilibrio. Se optó por reducir la deuda y con ello, disminuir el gasto, especialmente en todas las áreas, excepto en defensa (El País, 2023).


Este tipo de medidas impactan en el empleo, en el consumo y en la inversión a corto plazo, pero a mediano plazo, generan un aumento en el empleo, y reducen el circulante, con lo que mejora la tasa de interés, la inflación y se puede reducir el déficit.
De todas maneras, vale la pena recalcar que si bien el crecimiento está estancado hace años e incluso han tenido años de crecimiento negativo, se ha mantenido en equilibrio con cifras como estabilidad internacional, bienestar para sus personas, alta tasa de escolarización e incluso estar en 7° en el ranking de felicidad. Se convirtieron en el mayor productor a nivel.
Este tipo de medidas impactan en el empleo, en el consumo y en la inversión a corto plazo, pero a mediano plazo, generan un aumento en el empleo, y reducen el circulante, con lo que mejora la tasa de interés, la inflación y se puede reducir el déficit.
Si bien el crecimiento está estancado hace años e incluso han tenido años de crecimiento negativo, se ha mantenido en equilibrio con cifras como estabilidad internacional, bienestar para sus personas, alta tasa de escolarización e incluso estar en 7° en el ránking de felicidad. Se convirtieron en el mayor productor a nivel.
Proyección mediano y largo plazo
En la década del 2000 y con la crisis subprime encima, Alemania se propuso mejorar sus índices, obligándose a tener un déficit controlado y aumentando la inversión, especialmente en educación, llegando a un 3% del PIB en investigación. Estas medidas contractivas de la primera década del siglo, generaron un desbaratamiento en las cifras del país, con aumentos del interés, desempleo y otros, pero a mediano y largo plazo, se vio que se llegaba al anhelado equilibrio. Esto se vio en la segunda década del siglo (ver Anexo I), en que los índices realmente mostraban a un país boyante y desarrollado y así se mantuvo hasta el 2019, en que aparecen los primeros indicios de covid en las cifras económicas. La tercera década del siglo, Alemania (y el planeta) la comienza con una crisis mundial económica, sanitaria, social, tecnológica, bélica… faltaba crisis existencial no más en esta lista.
Al revisar, desde ese año 2000, otro ciclo de 20 años hacia atrás, también hay una crisis importante de la que se reponen llegando al equilibrio. Hay que entender crisis desde su etimología y su concepción primera. Crisis, viene de crisol. Crisol es el cuenco en el que se funden los metales, para que al mezclarlos, se genere uno nuevo más fuerte. Crisol es ese espacio en el que los elementos, primero separados, deben fusionarse. Es la distancia. De esa definición, crisis entonces, sería la distancia previa a que los elementos, obedientemente, formen un nuevo concepto.

La última fase de la Guerra Fría y con ello, la caída del Muro de Berlín, reunificó a Alemania. El país tenía dos polos opuestos, separados, que ahora debían juntarse y homologarse. Las cifras muestran un país dividido desde lo económico y político a lo cultural y social. En los siguientes 12 años, se repuso a ese hito histórico y se convirtió en una potencia mundial. Ahí ya tenemos dos ciclos de 20 años en los que el país se repone y logra cifras admiradas por el resto del país.
Si tomamos sumamos esos dos ciclos, esos últimos 40 años, es posible imaginar lo que serán los próximos 20 años para el país. Sin duda este fue un lustro complejo, pero no por ello desaprovechado. La guerra en Ucrania ha apurado los procesos de desarrollo de energías renovables no convencionales y ha apurado el desarrollo de movilización en base a energías limpias. Para ello, se requiere de mayor inversión y mayor gasto público. Entre las metas que se tienen al 2015, Alemania espera quitar de circulación la movilización con energías fósiles y aumentar el gasto en investigación de un 3% del PIB a un 3,5%. Solo por ejemplificar, en Chile, esta cifra solo alcanza el 0,34% del PIB.
Sí, reducir el déficit a corto plazo baja el nivel de producción, a mediano plazo retorna a su lugar y con un interés menor. En el gráfico, la producción pasa de A a A’ en el corto plazo a A’’ en el mediano plazo. En el corto plazo, se desplaza la curva IS a la izquierda y la curva LM hacia la derecha. El nivel de precios también se regula y con ello aumenta el poder adquisitivo, por lo que aumenta la proporción del ingreso disponible y el gasto en el grupo familiar.
Por otra parte, hace años que Alemania está importando capital humano con sus sistemas de beca y visas flexibles para quienes van a investigar. Esto por que la población ya está envejecida y la natalidad ha disminuido mucho en los últimos 50 años. Con este tipo de medidas, fomentan la inmigración de profesionales y recuperan artificialmente esas cifras.
Es muy probable que en los próximos 15 a 30 años haya más guerras en Europa, considerando que hay una cada 10 años.
Los estudios sobre calentamiento global indican que en los próximos 30 años, la vida será bastante más difícil de como la conocemos hoy, con escasez hídrica y aumento de las temperaturas, por lo que la producción será más cara y con ello los precios. La mortalidad tenderá aumentar por causas asociadas a este problema, por temperaturas extremas, fenómenos climatológicos inesperados, escasez de alimentos y aumento de la basura en el mundo. Se han visto ya tendencias de evitar la natalidad en mujeres, con motivaciones ligadas a esto. Si bien hoy en día no es tendencia, puede convertirse en una, lo que podría llevar al envejecimiento de la población, o de una parte de esta. Países como China e India continúan con tasas de natalidad desbordante, por lo que no sería raro que para la tercera parte del siglo, sean los grupos mayoritarios en los 5 continentes. Esto también puede llevar a un déficit habitacional, lo que provocará aprovechar territorio agrícola, reduciendo las hectáreas hábiles para producción alimentaria.
El desarrollo tecnológico, desde que el mono comenzó su proceso de evolución hace más cerca de 2 millones de años atrás (Cassidy, 2020), que el trabajo se ha visto modificado por hitos como el control del fuego. Es posible que la tecnología de aquí al 2040 genere una revolución importante. Ya lo cuestiona Henry Kissinger, el gran asesor de política internacional de Richard Nixon, en su último libro IA, cómo gobernar con un avance tecnológico sin precedente.
Sí podemos decir que el futuro será feminista, o no será. Los hombres probablemente se habrán matado ya. Al menos está demostrado que las mujeres a cargo de la economía son más recatadas y menos conflictivas. A cargo de las ciencias, solo una persona (mujer) obtuvo dos premios Nóbel. Y fue una mujer la primera en comerse una ostra (Cassidy, 2020).

Bibliografía
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