Después de la guerra fría, Europa se dividió en dos: el lado soviético y el lado occidental. Para dividir el continente de forma física, se puso una reja, un muro y fronteras. El lado occidental se conoce bien. Aquí están países como Italia, Alemania, Inglaterra, España, pero ¿qué hay detrás de la cortina?
Para empezar, el lado este de Alemania es un ejemplo claro. Es tan fuerte la diferencia entre el Berlín occidental del original, que hasta las personitas del semáforo para peatones es especial.
Luego tenemos Checa, Eslovaquia, Eslovenia, Yugoslavia, Croacia, Polonia, Rumania, los países que pertenecían a la Unión Soviética. La diferencia es como pasar del Barrio El Golf a Valparaíso. Las construcciones, las calles, las personas, todo se ve distinto.
Praga es una de las ciudades más bellas del lado este. Es la capital del reino de Bohemia. Conserva varios edificios del reino, casas de tortura y callejones pequeños. En la plaza, está el reloj más completo que verás jamás. Tiene más de treinta funciones diferentes, desde el onomástico hasta los tiempos de cosecha. Vale la pena visitarla.
Budapest tiene la particularidad de aprovechar todo. Hay cafés en edificios abandonados, publicidad con un diseño gráfico muy llamativo. Es una linda ciudad para pasear a pie.
Las playas de Rumania, sobre todo en Constanza, son de una belleza particular. Aguas cristalinas rodeados de edificios históricos.
Si vas a Europa, trata de romper los esquemas obvios Madrid-Londres-París-Roma y anda a lugares nuevos, que no salgan en cada foto de Instagram. Además que son mucho más baratos.