Mi profe del martes, por tercer martas consecutivo, fue con la misma ropa a clases. Incluso tenía el mismo sostén.
Mi profe del jueves en la mañana insiste en ponerse unos zapatos de plástico que fueron furor el año 98 (mi mamá me compraba). Mi profe del jueves en la tarde llegó con una camisa que le quedaba demasiado justa en los hombros y muy suelta en las caderas. En el bolsillo del pecho, tenía un lápiz bic y un loto. Debe ser difícil ser profesor de una universidad “sin fines de lucro”
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