Fue sutil. Primero fue un mensaje un día cualquiera en la mañana. Con el tiempo, se atrevió a llamarme y cada día conversábamos otro poco. Me ofreció un futuro juntos, promesas maravillosas, todo sonaba precioso. Nos fuimos haciendo más cercanos. A veces me llamaba más de una vez al día. Las cosas no son perfectas para siempre. Rechacé sus propuestas y se puso más insistente aún. Me llamaba a horas absurdas: 8 am un sábado, 4 am un lunes, 11 pm un viernes. Tuve miedo y ya ni contestaba. Guardé su número y le cortaba de inmediato. Hasta que un día lo amenacé con abogados y Movistar nunca más me llamó.
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